1.

Recuerdos y reencuentros.

viernes, 12 de agosto de 2016

LA ORDEN DE SANTIAGO Y LA FIJACIÓN DE LOS LÍMITES MERIDIONALES DE EXTREMADURA. EL CASO DE REINA. Antonio Mateos Martín de Rodrigo.


A Aurorina.

Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Itálica famosa.
Rodrigo Caro.


No es aún Extremadura, desde que dejó de ser nombrada como “Estremadura”, un concepto o una realidad geográfica ni económicamente bien definida, ni en su formación ni en su desarrollo; tampoco lo es en su génesis prosaica y, por ende, más real: el avance del Norte cristiano contra el Sur musulmán buscando aquellos pastos de invierno situados al norte de Andalucía para alimento de sus ovejas merinas.

Con su ocupación los cristianos pretendían completar el circuito de la Trashumancia, cuya actividad era la principal entre las económicas de los Reinos cristianos medievales e imprescindible para su supervivencia.

Eso sí, cabe fácil y directamente, deducir que la actual Extremadura, conformada como Comunidad Autónoma el 25 de febrero de 1983 por las Cortes Generales a través del Estatuto de Autonomía de Extremadura -de acuerdo con la Ley Orgánica 1/1983-, es un territorio delimitado definitivamente en el primer tercio del siglo XIX y, sin relación alguna con sus criterios fundacionales-.

Antes de esta concreción territorial tuvo la misma inicial pero por otra razón: la División Provincial de Javier de Burgos en el año 1833; ésta venía a sustiuir a la que fue la primera organización unitaria civil: la Provincia de “Estremadura”, aunque con diferentes límites por determinados  avatares históricos: la Guerra de las Naranjas, entre otros.

A través de la reforma liberal de 1833, la antigua Provincia de “Estremadura” fue dividida en sus dos provincias constituyentes actuales: Cáceres y Badajoz, por asentarse sobre estas ciudades las nuevas capitales.

Esta Reforma de de Burgos, realizada bajo las directrices del liberalismo decimonónico,  no sólo puso límites geográficos definitivos sino que alteró algo los anteriores en casi todos sus flancos y benefició bastante a la nueva provincia de Huelva con términos de origen santiaguista (quizás en beneficio compensatorio de la nueva provincia de Sevilla).

Sólo haré referencia a dos poblaciones cercanas que invirtieron el camino: “Frexenal” de la Sierra y Guadalcanal.

Guadalcanal hasta 1834 perteneció a la Provincia de León de la Orden Santiago de la Espada en “Estremadura”; había formado parte de la donación de Reina del año 1246 y, por tanto, del Castillo Terminado reginense; al contrario, “Frexenal”, ¡aunque religiosamente dependía del Obispado de Badajoz!, administrativamente, dependió del Concejo de la ciudad de Sevilla hasta la fecha citada de 1834.

No obstante, y, esta apreciación es de un valor historiográfico considerable, como aseguraba el frexnense Vasco Díaz Tanco en el siglo XVI, Frexenal  de la Sierra se encontraba situada en un espacio denominado “Estremadura”,  espacio que oficialmente aún no existía.

La primera vez que a la palabra “Estremadura” se le asocia el término como un conjunto de poblaciones o terrritorio se hace en el siglo XV en la “Refundación del Alconero”, atribuido a Fernán Pérez de Guzmán.

Los precedentes oficiales más inmediatos de la Provincia que será denominada “Estremadura” son dos Provincias Fiscales, creadas a principios del siglo XVI, sobre el territorio de lo que hoy es la parte gruesa de la Comunidad Autonómica de  Extremadura: las Provincia de Trujillo y de León de la Orden de Santiago.

Los territorios  aquí referidos, y que formaban parte de las más diversas jurisdicciones administrativas -de realengo, señoríos civiles y eclesiásticos o concejiles-, sin embargo, tenían algo en común: formaban parte del espacio ganadero de los antiguos Reinos de León  y de Castilla dedicado a Invernadero del Honrado Concejo de la Mesta.

Puede considerarse a Nebrija como el primero, y posiblemente el único, en expresar directamente el concepto de “ Estremadura” como “pastizal  de invierno” de ovejas trashumantes, por supuesto; en su  “Vocabulario Español Latino”, de ¿1495?, escribía:  “ Estremadura. Ouium hiberna ”.

El vocablo “estremadura” es, por tanto, para él, para mí y para la inteligencia  subyacente de algunos autores “invernadero de ovejas”.

Nebrija, durante veinte años “estremeño” en La Serena -la flor y la nata de de los “estremos”-, no da más explicaciones aunque en su Diccionario Latino-Español de 1492, define “Estremo” como “último”: “Estremus . a . um . por cosa postrera”.
N. B. Este concepto  de “estremadura” como espacio concreto ya se encontraba establecido de forma implícita en el reinado de Alfonso XI  el Justiciero; basta leer su “Libro de la Montería” y comprobar que su itinerario cinegético marca los puntos esenciales de lo que hoy es Extremadura como región.

Los “estremos” medievales eran los lugares que, en la División Romana de los espacios poblaciones -cortijos, lugares, villas o ciudades-, estaban dedicados al pasto de los ganados.


Cuando vino el reinado de Alfonso X el Sabio creó un nuevo espacio ganadero: las “defessas” o dehesas, pero, las señaló en el interior de los Egidos o Lejíos; y no para el uso del ganado lanar que sólo comenzó a pastar en los Egidos al vender ciertos Concejos sus yerbas a “ganadero trashumante”, a partir de los Reyes Católicos; transformando tierras concegiles , baldías, del común o “realengas” en “de propios”.

Ahora bien, la Ciudad de Sevilla y su Arzobispado, desde los primeros momentos de la Reconquista cristina de estos lugares hasta el siglo XVI, tuvieron varias intenciones  de integrar bajo su férula administrativa los territorios sureños de Extremadura: Azuaga, Reina, o Montemolín; posteriormente Almendralejo.

Nada más lógico; todo el Sur de Extremadura había pertenecido al Reino moro o almohade de Sevilla.

Y, éstos , a su vez, se remontaban a la visión pliniana o tartésica que aún tiene un éxito absoluto entre los historiadores andaluces; consideran ellos, en su generalidad, que el Guadiana fue el límite romano entre la Bética y la Lusitania.

En el siglo XIII, tiempo de la Reconquista de la Baja Extremadura, ya no se aplicaba cabalmente el concepto de “Reconquista” sino que las nuevas unidades administrativas civiles y religiosas se erigían sobre las demarcaciones musulmanes como bien expresan las donaciones reales y confirmaba  Fernando III el Santo: tal como recoge de Redonet el extremeño Eduardo Hernández-Pacheco, Fernando III recomendaba que la última palabra, a la hora de delimitar los términos, la tuviese el “musulmán” conocedor de ellos: “ que al deslindar un alfoz valiese lo que afirmaban moros sabidores”.

Esta división hispano-musulmana de alfoces se aplicó también a las nuevas demarcaciones cuasi estatales: los reyes cristianos castellano-leoneses comenzaron en sus diplomas a denominarse como continuadores de los Reinos Taifas: Rey de Badajoz, Rey de Granada, Rey de Toledo, Rey de Valencia, Rey de Sevilla, Rey de Córdoba, Rey de Murcia, Rey de Jaén, Rey de Algeciras, Rey de Gibraltar, Rey de los Algarves. 
Pero, los intentos del Concejo sevillano fueron vanos para recuperar los territorios perdidos, pese a contar primero con la complicidad de Fernando III el Santo, y, posteriormente, con el beneplácito estéril de Alfonso X El Sabio.
Las tierras de la Baja Extremadura se consolidaron como espacios propios y exclusivos de la Provincia de León de la Orden de Santiago de la Espada tanto civil como eclesiásticamente.

Algo más afortunado fue el Arzobispado Sevillano quien en 1274 acordó con la Orden de Santiago crear  en el Sur de Extremadura el Arcedianato de Reina, dice Alfredo Jiménez Núñez -Manuel Fernández López lo da por creación del Arzobispado de Santiago de Compostela - ; éste abarcaba los Castillos Terminados de Reina y de Montemolín.

N. B. La Provincia de Léon de la Orden de Santiago de la Espada sólo tuvo como obispos titulares  a los Pontífices Romanos por Bula del Papa Alejandro III en 1175 que declaró sus territorios como “Patrimonium Petri”.

Concretamente, en su parte meridional oriental los límites administrativos de la actual Comunidad Autónoma de Extremadura  fueron impuestos y definidos  por la Orden a través de sus Castillos Terminados de Reina y Montemolín, frente a las querencias  plinianas-tartésicas de los reyes castellano-leoneses y concejos y arzobispos sevillanos.

Y, todo, porque la Orden de Santiago, que era la institución más rica en ganados trashumantes, quería tener en su propiedad estos espacios.

Nada que ver  esta reflexión con la paupérrima visión de la generalidad de los historiadores extremeños; V.G. : Martín Martín y García Olíva propugnan, para explicar la presencia de las Órdenes Militares en Extremadura, una teoría proporcionada a la teoría de “Extremadura como Frontera”, entendida esta según la historiografía antigua: “La principal razón de la importancia del territorio recibido directamente por las órdenes militares de los monarcas reside en la voluntad de éstos de hacerlas arraigar en zonas fronterizas, que de otro modo estarían carentes de defensa” . 

Nada más falso; la Orden de Santiago planificó la adquisición de sus territorios tanto en Castilla como en el reino de León sobre los invernaderos musulmanes y sus accesos:  “La Orden de Santiago también tuvo ovejas trashumantes -nos informa Lomax-, pero estuvo en una situación excepcionalmente favorecida, pues sus previsores Maestres, sobre todo don Rodrigo Yáñez, constituyeron los señoríos jacobeos a lo largo de las cañadas principales -el camino de la Plata y los caminos de Uclés y Cuenca a Montiel y Segura-. Así, los rebaños de la Orden se trasladaron desde sus señoríos septentrionales a los que tenían en el sur pasando la mayor parte del camino por tierras santiaguistas, de modo que apenas pacieron en tierra ajena, y pagaron poco o nada de portazgo”.

N.B. Idéntica interpretación le cabe a la Provincia de León de Estremadura.
 Según el mismo Derek William Lomax, desde el principio, el ganado lanar era el más importante de sus rebaños: “Desde un punto de vista económico, los animales más valiosos de la Orden eran las ovejas”.

Un simple repaso cartográfico a la Extremadura medieval sitúa a las Órdenes Militares asentadas sobre los ricos territorios de pasto y/ o sus accesos y no sobre la cercana frontera del reino de Portugal ni la lejana del reino de Granada.

La Orden de Santiago establece su Señorío territorial, constituyendo el único caso de territorio continuo en el Reino de León, a lo largo de la “Vía de la Plata” a través de las concesiones  o donadíos reales de Montánchez, Mérida, Alange, Hornachos, Reina y Montemolín, es decir, sus territorios flanqueaban la Vía de la Plata en toda la actual provincia de Badajoz y parte sur de la de Cáceres.

Si las otras órdenes no pudieron planificar con tanta eficacia la localización de sus zonas de pasto sí es cierto que recibieron importantes zonas pastoriles en la zona “estremeña” : “Efectivamente -dice Pastor- las órdenes, sobre todo las de Santiago y Calatrava , en primer lugar y las de Alcántara y el Temple en segundo, recibieron de manos de los reyes importantes extensiones del sur de Castilla la Nueva, en la cuenca del Guadiana y en Andalucía.  En estos territorios quedaban comprendidas ímportantísimas zonas de pastoreo” . O bien “También la orden (del Templo) se expansionó al suroeste de la actual provincia de Badajoz -escribe del Pino García - ... La riqueza ganadera de estos lugares, puesta de manifiesto por diversos autores, debió de reportar a la orden de el Templo substanciosos beneficios, que luego pasaron a la de Alcántara” .



Para ello, la Orden de Santiago de la Espada hubo de superar, insisto, las reticencias o escollos de Fernando III El Santo, antes de entregarles el Castillo Terminado de Reina : “Que la donación se hacía en tal guisa, que si hiciera treguas con Sevilla, antes de ganar a Reyna, el señor Don Fernando el Santo, o antes, que la orden lo ganase, que entrasse en la tregua el dicho castillo”. 
Pero, la Orden no esperó a la tregua con Sevilla, año de 1248,  y la Alcazaba de Reina fue vencida, en 1246.

Y, en consecuencia, vino Reina a propiedad de la Orden de Santiago de la Espada para limitar la naciente Estremadura, la “Ouium hiberna ”,  en su lindera sur.

En la ciudad de Mérida, a 30 de junio de 2016.

Publicado en "Reina. Fiestas en honor de Ntra. Sra. de las Nieves", nº 18, Agosto de 2016.