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Recuerdos y reencuentros.

martes, 14 de abril de 2020

LA HISTORIA INSCRITA EN EL NOMBRE DE LLERENA. VILLA ROMANA, VICUS VISIGODO Y ALDEAS BEREBER, ALMOHADE, MUDÉJAR Y SANTIAGUISTA DE REINA.


LA HISTORIA INSCRITA EN EL NOMBRE DE LLERENA.
VILLA ROMANA, VICUS VISIGODO Y ALDEAS BEREBER, ALMOHADE, MUDÉJAR Y SANTIAGUISTA DE REINA.

Antonio Mateos Martín de Rodrigo.

A Fernando Robina Domínguez, a José Vázquez Álvarez, a Zenón Luís Paz y a Manuel Pajuelo Perozo, in memoriam, en agradecimiento y con gratos recuerdos.


 


“¡Cuántas maravillas, cuántas cosas insospechadas no descubriríamos, si supiéramos disecar las palabras, quebrar su corteza y liberar su espíritu, la divina luz que encierran!” [1]
FULCANELLI.

NOTA DE ADVERTENCIA. Este artículo forma parte de una trilogía dedicada a la Historia de LLerena desde época romana hasta su conversión, “de hecho”, en Sede Maestral. Los otros dos serán publicados en las revistas de Reina - “LLerena, de aldea mudéjar de la Reina santiaguista a villa premaestral. Sus conformaciones urbanísticas” - y de Ahillones -“Los restos de una calzada romana en Cantalgallo (LLerena) y el trazado de la Vía Emerita ad Astigi por Regina desde Lacunis (Fuente de Cantos) y no por Usagre”.
INTRODUCCIÓN.

Según leí en no sé dónde y escrito por no sé quién -me aplico, para “olvidarlo”, el Principio de Economía de Maupertius - que las grandes aportaciones a la Historia en el siglo XIX y XX no procedieron de los propios historiadores sino de los filólogos, como el francés Georges Dumezil.

En la palabra habitaría, también, la prueba del hecho, de la vivencia y de la existencia, que, en ocasiones, dura más eternidad que en la piedra, en  el ladrillo o en las batallas de la espada. Lo comprobaremos, tal como decíamos en nuestra infancia con autoridad mayor que la del notario: “palabrita del Niño Jesús”.

LLerena, pudiera ser el testimonio hablado de forma ininterrumpida de un importante individuo de la Regina romana, necesitado de claros y extensos horizontes que ésta no le ofrecía. Y hemos de imaginarlo con sólo su  nombre, recorriendo inagotablemente por el devenir, generalmente amnésico de los tiempos, aferrado, sin embargo, a sus extrañas cabalgadas, para conseguir la inmortalidad por la conclamatio eterna o indefinida pronunciación de su propio nombre.
Teatro romano de Regina.

Y, a fe de la Ciencia, que lo ha conseguido el, digamos, en su propia propiedad, el primer llerenense documentable.

Si su epitafio y huesos se hubieran perdido en el polvo originario, no lejos de la calzada que unía Reina con Llerena y a LLerena con el resto del mundo romano, al parecer, no se han perdido su carné de identidad inmortal ni el de sus Lares, Manes y Penates -la procedencia de sus ancestro- a causa de su condición de possessor -los ricos, en ocasiones, aumentan su período de eternidad a través del registro escrito de sus posesiones, especialmente, cuando no denominan a sus propiedades como Villa María o Villa Cantora o recurren a ranas que cantan o a gallos que, también, dan la nota-.

Entre los nombres del fundador de nuestra LLerena sus lares, manes y penates, es decir, entre los de sus antepasados, estaría gente de ese pueblo tan enigmático como sabio, civilizador de los romanos: Etruria.



Pues bien, sin más preámbulo y saboreado ya el motivador aperitivo con sabor a licor
Ideal de guindas de Cazalla, tomado en una fría mañana de noviembre en el Bar Vitaminas, comencemos el primer plato, algunos siglos después, posteriormente a algunas mudanzas poblacionales y lingüísticas, que algo siempre permanece en el incesante cambio de paladares.

LA  HISTORIA ESCRITA DE LLERENA COMIENZA EN EL REINADO DE ALFONSO XI, AÑO DE 1340. ENTONCES, APARECE NOMBRADA, “DE PRIMERAS”, SIN COPIA Y PEGA O ENGAÑOSO PRECIOSISMO CALIGRÁFICO DEL SIGLO XVIII, COMO LERENA.



Existe un principio científico, el cual asegura que hay “una simetría especular de la dimensión del tiempo, que dice que los procesos naturales elementales van en una dirección en el tiempo igualmente bien que en la dirección contraria”.[3]

La virtualidad de esta simple simetría temporal haría posible, al menos, el recuerdo, o, en este caso, los viajes de reencuentro hacia el ayer y los antesdeayeres, es decir, la Historia, toda la Historia.

Este viaje, dicho en filosofía de vida según el poeta Octavio Paz tendría su guía turística específica: “para decir los pronombres hermosos y reconocernos y ser/ fieles a nuestros nombres hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que / remar/ siglos arriba, más allá de la infancia, más allá del comienzo, más / allá  de las aguas del bautismo, […] echar abajo las paredes entre el hombre y/ el hombre, juntar de nuevo lo que fue separado.[…]  Hay que encontrar la palabra perdida”.[4]

En el caso de la Historia de LLerena no hubo, como en Mérida, un dioncasio que confirmase por escrito quién mandó fundarla ni para qué ni cuándo ni de dónde venía su fundador. Consecuentemente, su creación, sin arado broncíneo ni bueyes níveos como fue el caso de Augusta Emerita, está suscrita a la Leyenda Histórica o la Historia Legendaria o a creer, de buena fe, en la Palabra Perdida y decirle imperativamente: “¡Epheta! Es decir: “Ábrete”.

Eso sí, a la Investigación Lingüística y a la Historia de la refundación romana de  Regina Turdulorum como Municipium romano, se encontrará íntimamente unida la Historia de LLerena, desde sus primeros pasos. Y su Historia sería consecuencia de la de Regina hasta alcanzar su mayoría de edad, bien entrado el siglo XIII.

Mi buen y sabio amigo, José María Álvarez Martínez, ya me inducía a creerlo aún más. Regina (Reguina en su pronunciación de experto filólogo latino) entonces, no era ciudad para vivirla. En realidad, era, según expresa, una población “que se orientó hacia la organización administrativa y, sobre todo, a la fiscal del territorio”.[5]

Por ello, algún historiador decimonónico dijo, sin ruborizarse, que LLerena era su  reducción  -razones razonables y razonadas no le faltaban-:

Tiénese, no obstante, como opinión indudable que fue la Regina Turdulorum  de los romanos” decía Manuel Henao y Muñoz,[6] llerenense de pechos y cuna.

Parecía ser, que la primera vez en que, documentalmente y de forma segura e incontrovertible, LLerena aparecía denominada como tal, sucedía en la Gran Crónica de Alfonso XI.[7] No obstante, no sería éste del Rey cazador el  texto más antiguo y, a la par, menos farragoso en el que aparece el nombre de LLerena (Lerena), [8] bautizado, eso sí, con la misma bendita agua bienvenida y mejor hallada de otro posible lugar romano, La Madrona.

Sí, sí. El primer nombre cristiano de LLerena fue, en palabra escrita, Lerena.

El texto más antiguo, sin que mediase el copia y pega a posteriori y la engañosa y preciosista  caligrafía, en el que aparece citada LLerena como Lerena, es del año 1243.

El texto se haya inscrito en una “Provisión real de Alfonso XI a los alcaldes y alguacil de Murcia, rebajando una cuarta parte de las deudas que los cristianos tenían contraídas con los judíos prestamistas”.[9]

Para referirse a LLerena, escribe su nombre tal como así:

Bien sabedes en commo nos touimos por bien que todas las gibdades et villas et logares de nuestros regnos que enbiasen a nos a Lerena, por algunas cosas que teníamos de veer con ellos, que eran nuestro seruigio et pro de la tierra, dos caualleros et dos omnes buenos dentre uos, con personería et poder conplido”.

N.B. El texto, primeras líneas en la que aparecería el nombre de LLerena, se refiere al también primer evento de trascendencia sucedido en LLerena: la celebración de las Cortes Reales del año del Señor de 1340.

LAS COMPARACIONES NO SIEMPRE SON ODIOSAS O DE DÓNDE LE VIENE A LLERENA SU NOMBRE ORIGINAL DE LERENA.
UN PASO HACIA ATRÁS, HACIA LA FUENTE ORIGINARIA.

Si escribimos Lerena en el buscador de Google Chrome encontraremos varias páginas que hacen relación a diversas Lerenas. La página más oportuna, inicialmente, es la que nos refiere el Cortijo o Hacienda actualmente denominada Lerena sin que, al parecer, la probable fonética medieval -LLerena- aún haya alterado la grafía medieval originaria.[10]

Al continuar buscando en el reino o la república de la triple w, llegamos a otra página que nos cita el Libro del Repartimiento de Sevilla en un pertinente artículo, para asegurarnos que esta Lerena fue una alquería almohade, que estaba próxima a Huévar en el Distrito de Tejada, ahora Campo de Tejeda, zona fronteriza del Reino de Sevilla con el también Reino de Niebla, al tiempo de la reconquista castellano-leonesa.[11]

Es decir, lo que a nosotros nos concierne, es que la invasión almohade, tras la absorción del antiguo Reino Taifa de Badajoz, haría su propia repoblación en los parajes reguinenses que lo rodeaban, incluido, los de la actual LLerena, a partir del año 1148.

Previamente, o al tiempo, la alcazaba de Reina, Rayyna[12] en época emiral, sería reconstruida y ampliada por los propios almohades para dar amparo y seguridad, también, a los llerenenses de entonces.

Tras la invasión musulmana, el Cerro de las Nieves fue utilizado, pues, como emplazamiento de un castillo emiral, conquistado por el rey Alfonso IX en el año 1195 quien lo tuvo en su poder durante unos escasos años. Tras la batalla de Alarcos, los almohades lo recuperaron para la fe y armas musulmanas. Inmediatamente, lo reconstruyeron y ampliaron como una fortaleza inexpugnable de gran importancia estratégica para vigilar e impedir los movimientos victoriosos de las tropas cristianas leonesas hacia Sevilla o Córdoba.[13] En esta época, Reina, se nombraba Rayyna.[14]

Especialmente, nos asegura Juan Aurelio Pérez Macías, que el nombre de Lerena es “de procedencia almohade”; o, mejor a nuestro entender, que en el habla almohade esta Lerena era  Leyrena, según la transcripción en román paladino escrita.[15] 

Añade Pérez Macías información aclaratoria definitiva al afirmar, de una parte, que las nuevas pueblas sevillanas de la zona, sin antecedentes habitacionales musulmanes tienen denominaciones de procedencia latina o castellana.[16]

Al contrario, y es lo que nos interesa, afirma Pérez Macías, de otra parte, que “los nombres árabes castellanizados indicarían la repoblación cristiana de las antiguas alquerías”.

 O, lo que es lo mismo, que cuando “las pueblas se sitúan sobre las antiguas alquerías islámicas, se conserva castellanizada la denominación árabe, como los nombres terminados en “ena” de Chucena, Escacena, Purchena, […] Leyrena (Dehesa de Lerena, Huévar del Aljarafe) etc.”.[17]

Es decir, por su nombre, sería una aldea de procedencia almohade.

¿Acaso, es Leyrena la transcripción cristiana de la pronunciación leonesa LLerena?

Llerena, en época musulmana, al parecer, más bien nombrábase en escrito latino Leyrena.[18]

Y se pronunciaba, claro está, sin embargo, LLerena.

Como asegura Ramón Menéndez Pidal, en la lengua árabe no existe la “elle”. Ahora bien, los musulmanes la sustituían de la siguiente forma: “en el interior de la palabra se podía acudir a la grafía ly apoyando la l en la vocal precedente, orelya”.[19]

LA LEYRENA MUSULMANA DE ÉPOCA ALMOHADE SE RECONSTRUYE TRAS LA RECONQUISTA CRISTIANA DE REINA.

Hacia 1246 la Alcazaba de Reina y su territorio dependiente se integraría de forma pacífica en los dominios cristianos. La transmisión se hizo mediante Capitulación, es decir, por las buenas y amigablemente con el yo te doy y tú me das. El hecho determinaría, en los últimos momentos del dominio musulmán en la zona, la transmisión de su nombre como población. Todo lo cual indica la continuidad ininterrumpida de LLerena como hábitat desde su refundación romana, pese a la diversidad lingüística de los pueblos invasores.

La entrega pacífica la acordaron el Rey Fernando III el Santo y el Alcaide de Reina. A cambio de que los refugiados en la seguridad de la inexpugnable alcazaba reginense, pudiesen permanecer en sus lugares de habitación, él le entregaba las llaves de esta tozuda fortaleza:

Allí mesmo (en Carmona) los moros de Cóstantina y los de Reina vinieron allí a tratar partido con el rey  dó Fernando; y cócertado su partido luego las entregaron al rey; luego el rey dio Constantina a Córdoba; y dio a Reina a la orden de Santiago ; y quedaron se allí los moros porque assi fue concertado”.


Sin lugar a dudas razonables, entre aquellos refugiados, que salieron enteros y con salvaconducto de por vida, habrían de encontrarse los “almohades” llerenenses que, ante las cabalgadas previas de los caballeros santiaguistas, dirigidos por el Maestre Don Rodrigo Íñiguez, encontraron la seguridad de sus vidas en la alcazaba de Reina, aunque hubieran perdido en estas acciones sus hogares y haciendas que, ahora, habrían de recobrar y reconstruir.

Y PARA IR TERMINANDO, ALGO MÁS SOBRE EL COMIENZO DEL NOMBRE DE LLERENA: LARIUS, UN POSSESSOR, VECINO DE REINA, FUNDADOR DE LA VILLA LARENA, LA PRIMERA LLERENA.
LOS MOZÁRABES, TRANSMISORES DURANTE EL PRIMER PERÍODO MUSULMÁN O BEREBER DE ESTE NOMBRE.

Interpreta Julio González que la Lerena sevillana, se derivaría del antropónimo romano Larius, es decir, del dueño o possessor de una villa.[21]

Las villae eran unidades romanas de producción agrícola y ganadera que contaban con zonas de ocio y esparcimiento -los grandes cortijos actuales serían sus equivalentes-.Se situaban en pleno campo y su ubicación estaba generalmente determinada por las centuriaciones o divisiones regulares del agger o territorio municipal de una ciudad como, también, Regina.

Un considerable número de antiguas villas han permanecido en la Península Ibérica y en otros lugares del Imperio Romano con el primitivo nombre de sus possessores.

Generalmente, claro, los nombres de los dueños de las villae romanas, se han impuesto a lo largo de los tiempos con diversas alteraciones fonéticas debidas a las lenguas de los sucesivos pueblos que invadieron la Hispania romana.

En la Península Ibérica se conservan un buen número de villae lerenas, las cuales han tenido desarrollos poblacionales muy diversos. Relacionamos algunas. En el Reino de Portugal, Lerena, tenía su correspondiente población en la ciudad de Leyría: 

En Extremadura Eustaquio Sánchez Salor recoge el topónimo:
-                   Larios. Finca cercana de Galisteo, en la cual se hallan, según Roldán,  las ruinas de Rusticiana del Itinerarium  Antonini”.[23]

A su vez, Sánchez Salor, añade otros topónimos similares fuera de Extremadura:
-                   Larius.Cf. en Lerida Larén, que Pidal deriva de Larius;  en Sevilla y Cádiz hay Lerena, que Pabón deriva también de Larius. El antropónimo Larus está atestiguado en distintos lugares de la Península”.[24]

En el país Vasco se encuentra “Lariz. Barrio de Gizaburuaga. En su composición se encuentra muy probablemente el nombre de varón Larius (Solin & Salomies, p. 101) + -ici: *Larici > Lariz”.[25]

Consecuentemente, el fundador de LLerena, en su sentido más cierto y veraz, sería un romano denominado Larius o Larenus.

Así lo afirmaba Ramón Menéndez Pidal para quien procede “Llerena (Badajoz). De Larius, Larenus, recogido entre los nombres etruscos por Schulze.[26]

Al afirmar Menéndez Pidal  que suponemos que la palabra LLerena es “palatización mozárabe de la l- ” , [27] podemos explicarnos la transmisión del topónimo hasta nuestros días: a los romanos le sucedieron los hispanos visigodos y a éstos, los bereberes.

Entre ellos y, como nexo, los mozárabes que eran los cristianos quedados entre los musulmanes, conservando su lengua, costumbres y religión.

Y, es que los mozárabes eran lleistas (decían: LLerena) o yeístas (otros: Yerena).

Menéndez Pidal explica el fenómeno lleísta como un hecho singular y distintivo del Reino de León.[28] LLerena, integrada en la Provincia de León de la Real y Militar Orden del Señor Santiago de la Espada, pertenecía al Reino leonés.

Esta palatización de la L- inicial había sido transmitida por los mozárabes a los musulmanes. [29]

Ahora bien, lo que es más importante y trascendente para entender la transmisión musulmana ya antes de los almohades, nos añade Menéndez Pidal, que los musulmanes cordobeses tenían en cuenta la pronunciación mozárabe y, entre otros casos, escribían Yussēna por Lucena.[30]

¿Venía la palatalidad de épocas anteriores? Al parecer, sí, lo cual sería el hecho garante de la continuidad poblacional de LLerena desde sus orígenes romanos. Menéndez Pidal asegura, junto con numerosos investigadores, que la elle procedería directamente del dialecto latino de los osco- umbros.[31]

Esta pronunciación la introducirían en Hispania latinos del Sur, los llamados por él suritálicos.[32]

Así, lo que Menéndez Pidal nos plantea, con su estudio lingüístico, es  nada más plus ultra que, a falta de no deseadas o temidas comprobaciones arqueológicas,  el solar de LLerena estuvo habitado de forma ininterrumpida y fehaciente desde la época romana - lo de que en Llerena la cosa está buena también se referiría a la vida antigua y no sólo a la vida alegre y descocada de los años cuarenta…-.

A estos romanos, de la Provincia Bética, judicialmente del Conventus Cordubensis y habitantes del Municipium de Regina,  los sustituyeron los visigodos, los mozárabes y los musulmanes (primeros los bereberes  -éstos,  como aseguraba Javier Simonet[33] en los primeros momentos de la invasión prefirieron las alquerías a las ciudades-
 y almohades los últimos,[34] los mudéjares y los cristianos santiaguistas ¡ambos del Reino de León!).

N.B. Los visigodos, cuya pervivencia es la clave de esta continuidad lingüística y de sus cambios, cuando la invasión musulmana pasaron a denominarse mozárabes.

Los visigodos habitaron Reina, lo cual está documentado a través de las Actas del Concilio Hispalense presidido por San Isidoro[35] (hacia 556- 636) y por los restos arqueológicos conocidos del interior de la ermita de Ntra. Sra. de las Nieves.[36]

Acaso, en los primeros momentos bereberes o de la invasión musulmana, ya la antigua población hispanovisigoda llerenense, pudiera haber tenido alguna entidad urbana, como vicus, suficiente como para no recibir nombre derivado de tribu bereber como Azuaga y Maguilla.[37]

A su vez, los mudéjares, es decir, los moros almohades reconquistados por Fernando III el Santo y entregados como vasallos a la Orden de Santiago, regresarían a su Leyrena  desde la alcazaba de Reina tras la reconquista cristiana para reconstruir sus hogares en la aldea. De esta forma le transmitirían el nombre de la población a los cristianos santiaguistas que llegarían como habitadores, posteriormente, y la transformarían definitivamente en la Villa de LLerena, si bien escrita Lerena.

POR ÚLTIMO.

El possesor Larius o, mejor, Larenus, tendría su domus o casa urbana en Regina Turdulorum.

Pero Larius o Larenus no era nomen suritálico sino de Etruria, en el Norte de Italia.

Este hecho plantea una sugerente pregunta, aún sin respuesta: ¿Era Larius o Larenus uno de los administradores imperiales de las minas de Regina? [38]

Era usual que, una vez centuriados los campos de una población, los romanos estableciesen las villae rusticae en sus parcelaciones. Estas, insistimos, eran lujosas explotaciones agropecuarias cuya suntuosidad llevaba antiguamente a interpretarlas como villae de recreo. En realidad, su equivalente sería la  llerenense antigua Hacienda de Cantalgallo hasta los años sesenta del siglo XX.


Villa rustica, similar a la Villa Lairena.
Llerena, claro, termina en el sufijo -ena  y no en su lógico masculino -eno-; ello se debe, a que no es directamente el nombre del dueño el que impone el género de la composición gramatical sino el de la palabra villa: de aquí que, por acomodación gramatical, la Villa de Larius o Larenus se transformase en Villa Larena. [39] 

La fecha más aproximada al momento fundacional de LLerena como Villa Larena, se realizaría en el reinado del emperador Claudio[40]  41-54 d. C.


Tiberio Claudio César Augusto Germánico, posible contemporáneo de la fundación de LLerena. 

O algo posterior, ya plenamente formalizada Regina como Municipium.

Con el tiempo, el vocablo villa desaparecería quedando simplemente Larena.

Aún queda otra explicación necesaria para completar el puzzle: el paso de Larena a Lerena.

Pues bien, según Menéndez Pidal, esta cambio tendría su razón de ser en que algunos
derivados de antropónimos latinos con sufijo -ana se hacían  -ena mediante la imela árabe, o sea la inflexión de la a  en e,[41] imela que le afectaría, también, a la -a de La, de donde Larena se transformaría en Lerena ya en época musulmana o bereber, siglo VIII de n. e.

Para terminar podíamos interrogarnos en qué lugar de la actual LLerena se situaría la Villa Larena y sus poblaciones sucesivas ¿Alguien dudaría que no estaría sino en las proximidades de la actual Fuente Pellejera?


Fuente Pellejera, en rehabilitación.

En la ciudad de Mérida, a 26 de mayo de 2019.





[1] FULCANELLI: El Misterio de las Catedrales. Plaza & Janés. Barcelona, 1972, p. 54.
[2] En el inicio y título de la transcripción del denominado “Fuero” de LLerena, enviado desde nuestra ciudad a Madrid podría leerse, a vuela pluma,  “Lerena”; en el resto, copia de los privilegios maestrales, siempre aparece escrita “Llerena”.  MURILLO MALDONADO, Miguel en Fueros de la Real Biblioteca de Palacio. Tomo IV. Madrid 1781, f. 342. N.B. Cortesía del Director de la Biblioteca Municipal “Arturo Gazul de Uclés”, D. Francisco J. Mateos Ascacíbar.
[3] WEISSKOPF, V.F. La Física en el siglo XX. Alianza Editorial. Madrid 1990, p.277.
[4] PAZ, Octavio. La Centena. Barral. Barcelona 1969, p. 96.
[5] ÁLVAREZ MARTÍNEZ. José María. La ciudad romana de Regina. Consejería de Cultura e Igualdad. Badajoz 2018, p. 17.
[6] HENAO Y MUÑOZ, Manuel. Crónica de la Provincia de Badajoz. Universitas Editorial. Badajoz 1995, p. 40.
[7] ALFONSO XI. Gran Crónica de Alfonso XI. Tomo II. Edición de Diego Catalán. Seminario Menéndez Pidal. Madrid 1977,  pp. 443 y 449 : “El Erena” , “el Arena”, “Llerena”  y “Llerena”
[8] Cf,  el interesante trabajo de SARACHO VILLALOBOS, José Tomás. “El nombre de Llerena” en Actas de la  II Jornada de Historia de Llerena. Felipe Lorenzana de la Fuente y Francisco J. Mateos Ascacíbar (Coord). Junta de Extremadura. Badajoz 2001, p. 72 y 73.
[9] VEAS ARTESEOS, Francisco de Asís. Colección de Documentos para la Historia del Reino de Murcia. VI. Documentos del Alfonso XI. REAL ACADEMIA DE ALFONSO X EL SABIO. C.S.I.C.  Murcia, 1998, CCCLXXXVI 1341-11-18. Madrid.  p. 438.
[10] CONSEJERÍA DE FOMENTO, INFRAESTUCTURAS Y ORDENACIÓN DEL TERRITORIO, JUNTA DE ANDALUCÍA. . Cortijos, haciendas y lagares. Provincia de Sevilla. Hacienda de Lerena [97] Huévar del Aljarafe.  Tomo 1, p. 95 (p. 563) en
[11] PÉREZ MACÍAS, Juan Aurelio. “El asentamiento rural almohade de La Alquería (Hinojos, Huelva)” en VI Encuentro de Arqueología del Suroeste Peninsular. El Asentamiento Rural Almohade de La Alquería (Hinojos, Huelva),  coord. por Javier Jiménez AvilaMacarena Bustamante-Álvarez,y Miriam García Cabezas. Ayuntamiento de Villafranca de los Barros. Badajoz 2012, p. 7.
[12] CF. LÓPEZ FERNÁNDEZ, Manuel. “Las tierras de Reina: de kora emiral  a dominio santiaguista” en Reina, nº18. Badajoz 2018, p. 17.
[13] CF. CONEJO DELGADO, Noé. “La presencia de moneda medieval y moderna en la Alcazaba de Reina (Reina, Badajoz)” en  Arqueología y Territorio Medieval 21, Universidad de Jaén. Jaén 2014, pp. 241-258.
[14] CF. LÓPEZ FERNÁNDEZ, Manuel. Obra citada, p. 17.
[15] PÉREZ MACÍAS, Juan Aurelio. Obra citada, p. 7.
[16] Íbidem, p. 8:  “cuando se había abandonado el asentamiento islámico y la repoblación se asienta en las inmediaciones, la nueva fundación tiene nombres de origen latino y castellano, como Onuius. Estos nombres de ascendencia latina serían así la consecuencia del abandono del antiguo asentamiento almohade”.  
[17] Íbidem.
[18] PÉREZ MACÍAS, Juan Aurelio. Obra citada, p. 7.
[19] MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. “Evolución de LL, NN, RR, GEMINDAS. Extensión del refuerzo” en  Enciclopedia Lingüística Hispánica. I. Antecedentes. Onomástica. C.S.I.C. Madrid 1960, p. XCII.
[20] Coronica del sancto rey don Fernando tercero de este nombre… en https://www.wdl.org/es/item/17844/view/1/1/, p. 93.
[21] https://ws147.juntadeandalucia.es/obraspublicasyvivienda/publicaciones/01%20ARQUITECTURA%20Y%20VIVIENDA/cortijos_haciendas_y_lagares_en_andalucia/cortijos_haciendas_sevilla/l_electronico/l2/files/assets/basic-html/page95.html
[22]  DE FAURIA Y SOUSA, MANUEL. Europa portuguesa. Tomo I. Parte IV. Cap. VII. Lisboa 1680,  p. 406.
[23] SÁNCHEZ SALOR, Eustaquio, “Topónimos derivados de nombres de “possessores” latinos en la provincia de Cáceres” en Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano. Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres 1979, p. 726.
[24] Íbidem.
[25]  YARZA URQUIOLA, Valeriano.  “Notas sobre toponimia de origen romano en Bizkaia” en  Fontes Linguae Vascorum (FLV), 120. Gobierno de Navarra. Navarra 2015, p. 367.
[26] MENÉNDE PIDAL, Ramón. Toponimia prerrománica hispana. Gredos. Madrid 1968, p. 135.
[27] ÍBIDEM.
[28] MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. “Evolución de LL,…” p. XCIV: “Durante la Edad Media, la palatización  de L- inicial en el antiguo Reino de León  se documenta - ¡ojo,  se documenta!- mucho más abundantemente que en ninguna otra parte de España incluso Cataluña; la lengua vulgar tuvo en León  consciencia muy temprana  de su peculiar personalidad. Los documentos notariales latinos nos dan frecuentes ejemplos, “lloco predicto” […] Los documentos notariales en romance  de los siglos XIII y XIV  abundan en formas  sueltas como llavor, llabrar, llama, , llogares,”, etc.
[29] Ïbidem, p. XC: “En el reino de Toledo, reconquistada en 1086, los mozárabes conocían  la l- inicial, como dicen algunas cacografías […] llinderos”. 
[30] Íbidem. pp. XCI y XCII: “la Andalucía musulmana el botánico árabe Aben Joljol  “que escribe en Córdoba, el año 982, nos da el nombre mozárabe de una planta, yengua buba, que es la que Plinio llama lingua bubula. Otro caso muy notable es el nombre  de Lucena (Córdoba), lugar que en los historiadores árabes no parece con l- sino siempre Yussēna, prueba de que la palatalidad dominaba en absoluto  entre el pueblo de la Bética cuando la invasión musulmana”. 
[31] MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. “Explicación del refuerzo  de LL, NN, RR” en Enciclopedia Lingüirtica…  p. CIX
[32] MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. “Colonización suritálica de España” en Enciclopedia Lingüística…, p. LXII: “Los nombres que aquí hemos destacado nos señalan la patria de los colonizadores de Hispania allá en la Italia meridional, en la región de los Sabinos, lindante con el Lacio, de las región de los Samnites que incluye a Laverna, a los Caracenos, a Benavento, y, sobre todo, a la extensa región de los Oscos […] Todos estas regiones pertenecen al grupos osco-umbro de las lenguas itálicas, alguno de cuyos caracteres veremos reproducidos en los dialectos románicos de España”
[33] SIMONET, Francisco Javier. Historia de los mozárabes españoles. Turner. Madrid 1983, p.299.
[34] Cf. GARCÍA FITZ, Francisco. “La presencia islámica en el Occidente de Al-Andalus: El sur de Badajoz en la época emiral ( ss.VIII-X)” en Actas III Jornadas  de Historia de Fuente de Cantos . Lucerna Asociación Cultural de Fuente de Cantos. Badajoz 2003,  pp. .18 y 19.
[35] ÁLVAREZ MARTÍNEZ, José María. “El tiempo antiguo” en Historia de Extremadura. Tomo I. La geografía y los tiempos antiguos. Badajoz 1985, p. 113.
[36] ANDRÉS ORDAX, Salvador. Monumentos artísticos de Extremadura. Salamanca 1986, p. 519.
[37] Cf. GARCÍA FITZ, Francisco. Obra citada, pp. 18 y 19.
[38] Cf. ÁLVAREZ MARTÍNEZ, José María. “La ciudad romana…”, p. 17: “ La presencia en Regina del epitafio  de un dispensator et uernaAugusti llamado Priuatus, fechado entre fines del siglo II y el III, confirma de modo inequívoco la presencia de propiedades  imperiales en la zona, posiblemente en relación con las abundantes explotaciones”.
[39] Cf. CASILLAS ANTÚNEZ, Francisco José. “Los estudios toponomásticos  en Extremadura. Estudio de la cuestión” en Toponimia de España. Estado actual y perspectivas de investigación.María Dolores Gordón Peral (Coord). De Gruyter, 2010, p. 277: “el topónimo Llerena (Badajoz), quizá asociado a un Larius (luego se trataría de  una [Villa] Lariana".
[40] ÁLVAREZ MARTÍNEZ, José María; SAQUETE CHAMIZO, José Carlos; NOGALES BASARRATE, Trinidad y RODRÍGUEZ MARTÍN, Francisco Germán. “El complejo religioso del Foro de Regina” en Actas XVIII Congreso Internacional Arqueología Clásica. Vol II. Museo Nacional de Arte Romano. Badajoz 2014, p. 1639: “Su creación, por los datos obtenidos hasta ahora, se remonta a la época del emperador Claudio”.
[41] CF. MENÉNDEZ PIDAL, Ramón.  Toponimia Prerománica Hispana. Gredos. Madrid, 1968, p. 108.