LA HISTORIA INSCRITA EN EL NOMBRE DE LLERENA.
VILLA ROMANA, VICUS
VISIGODO Y ALDEAS BEREBER, ALMOHADE, MUDÉJAR Y SANTIAGUISTA DE REINA.
Antonio
Mateos Martín de Rodrigo.
A
Fernando Robina Domínguez, a José Vázquez Álvarez, a Zenón Luís Paz y a Manuel Pajuelo
Perozo, in memoriam, en
agradecimiento y con gratos
recuerdos.
“¡Cuántas maravillas, cuántas cosas
insospechadas no descubriríamos, si supiéramos disecar las palabras, quebrar su
corteza y liberar su espíritu, la divina luz que encierran!” [1]
FULCANELLI.
NOTA DE ADVERTENCIA. Este artículo forma parte de una trilogía dedicada a la Historia de LLerena
desde época romana hasta su conversión, “de hecho”, en Sede Maestral. Los otros
dos serán publicados en las revistas de Reina - “LLerena, de aldea mudéjar de
la Reina santiaguista a villa premaestral. Sus conformaciones urbanísticas” - y
de Ahillones -“Los restos de una calzada romana en Cantalgallo (LLerena) y el trazado de la Vía Emerita ad Astigi por Regina
desde Lacunis (Fuente de Cantos)
y no por Usagre”.
INTRODUCCIÓN.
Según leí en no sé
dónde y escrito por no sé quién -me aplico, para “olvidarlo”, el Principio de Economía de Maupertius - que
las grandes aportaciones a la Historia en el siglo XIX y XX no procedieron de
los propios historiadores sino de los filólogos, como el francés Georges
Dumezil.
En la palabra
habitaría, también, la prueba del hecho, de la vivencia y de la existencia, que,
en ocasiones, dura más eternidad que en la piedra, en el ladrillo o en las batallas de la espada. Lo
comprobaremos, tal como decíamos en nuestra infancia con autoridad mayor que la
del notario: “palabrita del Niño Jesús”.
LLerena,
pudiera ser el testimonio hablado de forma ininterrumpida de un importante individuo
de la Regina romana, necesitado de
claros y extensos horizontes que ésta no le ofrecía. Y hemos de imaginarlo con
sólo su nombre, recorriendo
inagotablemente por el devenir, generalmente amnésico de los tiempos, aferrado,
sin embargo, a sus extrañas cabalgadas, para conseguir la inmortalidad por la conclamatio eterna o indefinida pronunciación de su propio nombre.
Teatro romano de Regina.
Y, a
fe de la Ciencia, que lo ha conseguido el, digamos, en su propia propiedad, el primer llerenense documentable.
Si
su epitafio y huesos se hubieran perdido en el polvo originario, no lejos de la
calzada que unía Reina con Llerena y a LLerena con el resto del mundo romano,
al parecer, no se han perdido su carné de identidad inmortal ni el de sus Lares, Manes y Penates -la
procedencia de sus ancestro- a causa de su condición de possessor -los ricos, en ocasiones, aumentan su período de
eternidad a través del registro escrito de sus posesiones, especialmente,
cuando no denominan a sus propiedades como Villa
María o Villa Cantora o recurren
a ranas que cantan o a gallos que, también, dan la nota-.
Entre
los nombres del fundador de nuestra LLerena sus lares, manes y penates, es
decir, entre los de sus antepasados, estaría gente de ese pueblo tan enigmático
como sabio, civilizador de los romanos: Etruria.
Pues bien, sin más
preámbulo y saboreado ya el motivador aperitivo con sabor a licor
Ideal de guindas de Cazalla, tomado en
una fría mañana de noviembre en el Bar
Vitaminas, comencemos el primer plato, algunos siglos después,
posteriormente a algunas mudanzas poblacionales y lingüísticas, que algo
siempre permanece en el incesante cambio de paladares.
LA HISTORIA ESCRITA DE LLERENA COMIENZA EN EL
REINADO DE ALFONSO XI, AÑO DE 1340. ENTONCES, APARECE NOMBRADA, “DE PRIMERAS”,
SIN COPIA Y PEGA O ENGAÑOSO PRECIOSISMO CALIGRÁFICO DEL SIGLO XVIII, COMO LERENA.
Existe un principio
científico, el cual asegura que hay “una simetría especular de la
dimensión del tiempo, que dice que los procesos naturales elementales van en
una dirección en el tiempo igualmente bien que en la dirección contraria”.[3]
La virtualidad de esta
simple simetría temporal haría posible, al menos, el recuerdo, o, en este caso,
los viajes de reencuentro hacia el ayer y los antesdeayeres, es decir, la Historia, toda la Historia.
Este
viaje, dicho en filosofía de vida según el poeta Octavio Paz tendría su guía
turística específica: “para decir los
pronombres hermosos y reconocernos y ser/ fieles a nuestros nombres hay
que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que / remar/ siglos arriba, más
allá de la infancia, más allá del comienzo, más / allá de las aguas del bautismo, […] echar abajo las paredes entre el hombre
y/ el hombre, juntar de nuevo lo que fue
separado.[…] Hay que encontrar la palabra perdida”.[4]
En
el caso de la Historia de LLerena no hubo, como en Mérida, un dioncasio que confirmase por escrito
quién mandó fundarla ni para qué ni cuándo ni de dónde venía su fundador. Consecuentemente,
su creación, sin arado broncíneo ni bueyes níveos como fue el caso de Augusta Emerita, está suscrita a la
Leyenda Histórica o la Historia Legendaria o a creer, de buena fe, en la Palabra
Perdida y decirle imperativamente: “¡Epheta! Es decir: “Ábrete”.
Eso
sí, a la Investigación Lingüística y a la Historia de la refundación romana de Regina
Turdulorum como Municipium romano,
se encontrará íntimamente unida la Historia de LLerena, desde sus primeros
pasos. Y su Historia sería consecuencia de la de Regina hasta alcanzar su mayoría de edad, bien entrado el siglo
XIII.
Mi
buen y sabio amigo, José María Álvarez Martínez, ya me inducía a creerlo aún
más. Regina (Reguina en su
pronunciación de experto filólogo latino)
entonces, no era ciudad para vivirla.
En realidad, era, según expresa, una población “que se orientó hacia la organización administrativa y, sobre todo, a la
fiscal del territorio”.[5]
Por ello, algún
historiador decimonónico dijo, sin ruborizarse, que LLerena era su “reducción” -razones razonables y razonadas no le
faltaban-:
“Tiénese, no obstante, como opinión indudable
que fue la Regina Turdulorum de los romanos” decía Manuel Henao y
Muñoz,[6] llerenense de pechos y
cuna.
Parecía
ser, que la primera vez en que, documentalmente y de forma segura e
incontrovertible, LLerena aparecía denominada como tal, sucedía en la Gran Crónica de Alfonso XI.[7] No obstante, no sería éste
del Rey cazador el texto más antiguo y,
a la par, menos farragoso en el que aparece el nombre de LLerena (Lerena),
[8] bautizado, eso sí, con la
misma bendita agua bienvenida y mejor hallada de otro posible lugar romano, La Madrona.
Sí,
sí. El primer nombre cristiano de LLerena fue, en palabra escrita, Lerena.
El texto
más antiguo, sin que mediase el copia y pega a posteriori y la engañosa y preciosista caligrafía,
en el que aparece citada LLerena como Lerena, es del año 1243.
El
texto se haya inscrito en una “Provisión
real de Alfonso XI a los alcaldes y alguacil de Murcia, rebajando una cuarta
parte de las deudas que los cristianos tenían contraídas con los judíos
prestamistas”.[9]
Para
referirse a LLerena, escribe su nombre tal como así:
“Bien sabedes en commo nos touimos por bien
que todas las gibdades et villas et logares de nuestros regnos que enbiasen a nos
a Lerena, por algunas cosas que teníamos de veer con ellos, que
eran nuestro seruigio et pro de la tierra, dos caualleros et dos omnes buenos
dentre uos, con personería et poder conplido”.
N.B.
El texto, primeras líneas en la que aparecería el nombre de LLerena, se refiere
al también primer evento de trascendencia sucedido en LLerena: la celebración
de las Cortes Reales del año del Señor de 1340.
LAS
COMPARACIONES NO SIEMPRE SON ODIOSAS O DE DÓNDE LE VIENE A LLERENA SU NOMBRE
ORIGINAL DE LERENA.
UN PASO
HACIA ATRÁS, HACIA LA FUENTE ORIGINARIA.
Si
escribimos Lerena en el buscador de Google
Chrome encontraremos varias páginas que hacen relación a diversas Lerenas.
La página más oportuna, inicialmente, es la que nos refiere el Cortijo o Hacienda actualmente denominada Lerena sin que, al
parecer, la probable fonética medieval -LLerena-
aún haya alterado la grafía medieval originaria.[10]
Al
continuar buscando en el reino o la república de la triple w, llegamos a otra página que nos cita el Libro del Repartimiento de Sevilla en un
pertinente artículo, para asegurarnos que esta Lerena fue una alquería
almohade, que estaba próxima a Huévar en el Distrito de Tejada, ahora Campo de
Tejeda, zona fronteriza del Reino de Sevilla con el también Reino de Niebla, al
tiempo de la reconquista castellano-leonesa.[11]
Es
decir, lo que a nosotros nos concierne, es que la invasión almohade, tras la
absorción del antiguo Reino Taifa de Badajoz, haría su propia repoblación en
los parajes reguinenses que lo rodeaban, incluido, los de la actual LLerena, a
partir del año 1148.
Previamente,
o al tiempo, la alcazaba de Reina, Rayyna[12]
en época emiral, sería reconstruida y ampliada por los propios almohades para
dar amparo y seguridad, también, a los llerenenses de entonces.
Tras
la invasión musulmana, el Cerro de las
Nieves fue utilizado, pues, como emplazamiento de un castillo emiral,
conquistado por el rey Alfonso IX en el año 1195 quien lo tuvo en su poder durante
unos escasos años. Tras la batalla de Alarcos, los almohades lo recuperaron
para la fe y armas musulmanas. Inmediatamente, lo reconstruyeron y ampliaron
como una fortaleza inexpugnable de gran importancia estratégica para vigilar e
impedir los movimientos victoriosos de las tropas cristianas leonesas hacia
Sevilla o Córdoba.[13] En esta época, Reina, se
nombraba Rayyna.[14]
Especialmente,
nos asegura Juan Aurelio Pérez Macías, que el nombre de Lerena es “de procedencia
almohade”; o, mejor a nuestro entender, que en el habla almohade esta Lerena
era Leyrena, según la
transcripción en román paladino
escrita.[15]
Añade
Pérez Macías información aclaratoria definitiva al afirmar, de una parte, que
las nuevas pueblas sevillanas de la zona, sin antecedentes habitacionales
musulmanes tienen denominaciones de procedencia latina o castellana.[16]
Al
contrario, y es lo que nos interesa, afirma Pérez Macías, de otra parte, que “los nombres árabes castellanizados
indicarían la repoblación cristiana de las antiguas alquerías”.
O, lo que es lo mismo, que cuando “las pueblas se sitúan sobre las antiguas
alquerías islámicas, se conserva castellanizada la denominación árabe, como los
nombres terminados en “ena” de Chucena,
Escacena, Purchena, […] Leyrena (Dehesa de Lerena, Huévar
del Aljarafe) etc.”.[17]
Es
decir, por su nombre, sería una aldea de procedencia almohade.
¿Acaso,
es Leyrena
la transcripción cristiana de la pronunciación leonesa LLerena?
Llerena,
en época musulmana, al parecer, más bien nombrábase en escrito latino Leyrena.[18]
Y se
pronunciaba, claro está, sin embargo, LLerena.
Como
asegura Ramón Menéndez Pidal, en la lengua árabe no existe la “elle”. Ahora bien, los musulmanes la
sustituían de la siguiente forma: “en el
interior de la palabra se podía acudir a la grafía ly apoyando la l en la vocal
precedente, orelya”.[19]
LA LEYRENA
MUSULMANA DE ÉPOCA ALMOHADE SE RECONSTRUYE TRAS LA RECONQUISTA CRISTIANA DE
REINA.
Hacia
1246 la Alcazaba de Reina y su territorio dependiente se integraría de forma
pacífica en los dominios cristianos. La transmisión se hizo mediante
Capitulación, es decir, por las buenas y amigablemente con el yo te doy y tú me das. El hecho
determinaría, en los últimos momentos del dominio musulmán en la zona, la
transmisión de su nombre como población. Todo lo cual indica la continuidad ininterrumpida
de LLerena como hábitat desde su refundación romana, pese a la diversidad
lingüística de los pueblos invasores.
La
entrega pacífica la acordaron el Rey Fernando III el Santo y el Alcaide de
Reina. A cambio de que los refugiados en la seguridad de la inexpugnable
alcazaba reginense, pudiesen permanecer en sus lugares de habitación, él le
entregaba las llaves de esta tozuda fortaleza:
“Allí mesmo (en Carmona) los moros de Cóstantina y los de Reina
vinieron allí a tratar partido con el rey
dó Fernando; y cócertado su partido luego las entregaron al rey; luego
el rey dio Constantina a Córdoba; y dio a Reina a la orden de Santiago ; y quedaron
se allí los moros porque assi fue concertado”.
Sin
lugar a dudas razonables, entre aquellos refugiados, que salieron enteros y con
salvaconducto de por vida, habrían de
encontrarse los “almohades” llerenenses que, ante las cabalgadas previas de los
caballeros santiaguistas, dirigidos por el Maestre Don Rodrigo Íñiguez,
encontraron la seguridad de sus vidas en la alcazaba de Reina, aunque hubieran
perdido en estas acciones sus hogares y haciendas que, ahora, habrían de recobrar
y reconstruir.
Y PARA IR TERMINANDO, ALGO MÁS SOBRE EL
COMIENZO DEL NOMBRE DE LLERENA: LARIUS, UN POSSESSOR, VECINO DE REINA, FUNDADOR DE LA VILLA LARENA, LA PRIMERA LLERENA.
LOS MOZÁRABES, TRANSMISORES DURANTE EL PRIMER
PERÍODO MUSULMÁN O BEREBER DE ESTE NOMBRE.
Interpreta Julio González que la Lerena sevillana, se derivaría del antropónimo
romano Larius, es decir, del dueño o possessor de una villa.[21]
Las villae eran unidades romanas de
producción agrícola y ganadera que contaban con zonas de ocio y esparcimiento
-los grandes cortijos actuales serían sus equivalentes-.Se situaban en pleno
campo y su ubicación estaba generalmente determinada por las centuriaciones o
divisiones regulares del agger o
territorio municipal de una ciudad como, también, Regina.
Un
considerable número de antiguas villas han permanecido en la Península Ibérica
y en otros lugares del Imperio Romano con el primitivo nombre de sus possessores.
Generalmente,
claro, los nombres de los dueños de las villae
romanas, se han impuesto a lo largo de los tiempos con diversas alteraciones
fonéticas debidas a las lenguas de los sucesivos pueblos que invadieron la
Hispania romana.
En
la Península Ibérica se conservan un buen número de villae lerenas, las cuales han tenido desarrollos poblacionales muy
diversos. Relacionamos algunas. En el Reino de Portugal, Lerena, tenía su correspondiente población en la ciudad de
Leyría:
En
Extremadura Eustaquio Sánchez Salor recoge el topónimo:
-
“Larios. Finca cercana de Galisteo, en
la cual se hallan, según Roldán, las
ruinas de Rusticiana del Itinerarium Antonini”.[23]
A su
vez, Sánchez Salor, añade otros topónimos similares fuera de Extremadura:
-
“Larius.Cf.
en Lerida Larén, que Pidal deriva de
Larius; en Sevilla y Cádiz hay Lerena, que Pabón deriva también de Larius. El antropónimo Larus está atestiguado en distintos
lugares de la Península”.[24]
En
el país Vasco se encuentra “Lariz. Barrio de Gizaburuaga. En su composición se encuentra muy
probablemente el nombre de varón Larius
(Solin & Salomies, p. 101) + -ici: *Larici
> Lariz”.[25]
Consecuentemente,
el fundador de LLerena, en su sentido más cierto y veraz, sería un romano
denominado Larius o Larenus.
Así
lo afirmaba Ramón Menéndez Pidal para quien procede “Llerena (Badajoz). De Larius, Larenus, recogido entre
los nombres etruscos por Schulze.[26]
Al
afirmar Menéndez Pidal que suponemos que
la palabra LLerena es “palatización mozárabe de la l- ” , [27] podemos explicarnos la
transmisión del topónimo hasta nuestros días: a los romanos le sucedieron los
hispanos visigodos y a éstos, los bereberes.
Entre
ellos y, como nexo, los mozárabes que eran los cristianos quedados entre los
musulmanes, conservando su lengua, costumbres y religión.
Y,
es que los mozárabes eran lleistas (decían: LLerena) o yeístas (otros: Yerena).
Menéndez
Pidal explica el fenómeno lleísta como un hecho singular y distintivo del Reino
de León.[28]
LLerena, integrada en la Provincia de León de la Real y Militar Orden del Señor
Santiago de la Espada, pertenecía al Reino leonés.
Esta
palatización de la L- inicial había sido transmitida por los mozárabes a los
musulmanes. [29]
Ahora
bien, lo que es más importante y trascendente para entender la transmisión
musulmana ya antes de los almohades, nos añade Menéndez Pidal, que los
musulmanes cordobeses tenían en cuenta la pronunciación mozárabe y, entre otros
casos, escribían Yussēna por Lucena.[30]
¿Venía
la palatalidad de épocas anteriores? Al parecer, sí, lo cual sería el hecho
garante de la continuidad poblacional de LLerena desde sus orígenes romanos.
Menéndez Pidal asegura, junto con numerosos investigadores, que la elle procedería directamente del
dialecto latino de los osco- umbros.[31]
Esta
pronunciación la introducirían en Hispania latinos del Sur, los llamados por él
suritálicos.[32]
Así,
lo que Menéndez Pidal nos plantea, con su estudio lingüístico, es nada más plus ultra que, a falta de no
deseadas o temidas comprobaciones arqueológicas, el solar de LLerena estuvo habitado de forma
ininterrumpida y fehaciente desde la época romana - lo de que en Llerena la cosa está buena también se
referiría a la vida antigua y no sólo a la vida alegre y descocada de los años
cuarenta…-.
A estos romanos, de la Provincia Bética, judicialmente del Conventus Cordubensis y habitantes del Municipium de Regina, los sustituyeron los
visigodos, los mozárabes y los musulmanes (primeros los bereberes
-éstos, como aseguraba Javier
Simonet[33] en los primeros momentos
de la invasión prefirieron las alquerías a las ciudades-
y almohades los últimos,[34] los mudéjares y los cristianos
santiaguistas ¡ambos del Reino de León!).
N.B.
Los visigodos, cuya pervivencia es la clave de esta continuidad lingüística y
de sus cambios, cuando la invasión musulmana pasaron a denominarse mozárabes.
Los
visigodos habitaron Reina, lo cual está documentado a través de las Actas del
Concilio Hispalense presidido por San Isidoro[35] (hacia 556- 636) y por
los restos arqueológicos conocidos del interior de la ermita de Ntra. Sra. de
las Nieves.[36]
Acaso, en los
primeros momentos bereberes o de la invasión musulmana, ya la antigua población
hispanovisigoda llerenense, pudiera haber tenido alguna entidad urbana, como vicus, suficiente como para no recibir
nombre derivado de tribu bereber como Azuaga y Maguilla.[37]
A su vez, los
mudéjares, es decir, los moros almohades reconquistados por Fernando III el
Santo y entregados como vasallos a la Orden de Santiago, regresarían a su Leyrena desde la alcazaba de Reina tras la reconquista
cristiana para reconstruir sus hogares en la aldea. De esta forma le transmitirían
el nombre de la población a los cristianos santiaguistas que llegarían como
habitadores, posteriormente, y la transformarían definitivamente en la Villa de
LLerena,
si bien escrita Lerena.
POR
ÚLTIMO.
El possesor Larius o, mejor, Larenus,
tendría su domus o casa urbana en
Regina Turdulorum.
Pero
Larius
o Larenus no era nomen
suritálico sino de Etruria, en el Norte de Italia.
Este hecho plantea
una sugerente pregunta, aún sin respuesta: ¿Era Larius o Larenus
uno de los administradores imperiales de las minas de Regina? [38]
Era usual que, una
vez centuriados los campos de una
población, los romanos estableciesen las villae
rusticae en sus parcelaciones. Estas, insistimos, eran lujosas
explotaciones agropecuarias cuya suntuosidad llevaba antiguamente a
interpretarlas como villae de recreo.
En realidad, su equivalente sería la
llerenense antigua Hacienda de Cantalgallo
hasta los años sesenta del siglo XX.
Villa rustica, similar a la Villa
Lairena.
Llerena,
claro, termina en el sufijo -ena y no en su lógico masculino -eno-; ello se debe, a que no es
directamente el nombre del dueño el que impone el género de la composición
gramatical sino el de la palabra villa:
de aquí que, por acomodación gramatical, la Villa de Larius o Larenus
se transformase en Villa Larena. [39]
La
fecha más aproximada al momento fundacional de LLerena como Villa
Larena, se realizaría en el reinado del emperador Claudio[40] 41-54
d. C.
Tiberio Claudio
César Augusto Germánico, posible contemporáneo de la fundación de LLerena.
O
algo posterior, ya plenamente formalizada Regina
como Municipium.
Con el tiempo, el
vocablo villa desaparecería quedando
simplemente Larena.
Aún queda otra
explicación necesaria para completar el puzzle:
el paso de Larena a Lerena.
Pues bien, según
Menéndez Pidal, esta cambio tendría su razón de ser en que algunos
derivados de
antropónimos latinos con sufijo -ana se
hacían -ena mediante la imela árabe,
o sea la inflexión de la a en e,[41] imela que le afectaría,
también, a la -a de La, de donde Larena se transformaría
en Lerena
ya en época musulmana o bereber, siglo VIII de n. e.
Para terminar
podíamos interrogarnos en qué lugar de la actual LLerena se situaría la Villa
Larena y sus poblaciones sucesivas ¿Alguien dudaría que no estaría
sino en las proximidades de la actual Fuente Pellejera?
Fuente
Pellejera, en
rehabilitación.
En la ciudad de
Mérida, a 26 de mayo de 2019.
[1] FULCANELLI: El Misterio de las Catedrales. Plaza
& Janés. Barcelona, 1972, p. 54.
[2] En el inicio y título de la
transcripción del denominado “Fuero” de LLerena, enviado desde nuestra ciudad a
Madrid podría leerse, a vuela pluma,
“Lerena”; en el resto, copia de los privilegios maestrales, siempre aparece
escrita “Llerena”. MURILLO MALDONADO,
Miguel en Fueros de la Real Biblioteca de
Palacio. Tomo IV. Madrid 1781, f. 342. N.B. Cortesía del Director de la
Biblioteca Municipal “Arturo Gazul de Uclés”, D. Francisco J. Mateos Ascacíbar.
[3] WEISSKOPF, V.F. La Física en el siglo XX. Alianza Editorial.
Madrid 1990, p.277.
[4] PAZ, Octavio. La Centena. Barral. Barcelona 1969, p.
96.
[5]
ÁLVAREZ MARTÍNEZ. José María. La ciudad
romana de Regina. Consejería de Cultura e Igualdad. Badajoz 2018, p. 17.
[6] HENAO Y MUÑOZ, Manuel. Crónica de la Provincia de Badajoz.
Universitas Editorial. Badajoz 1995, p. 40.
[7] ALFONSO XI. Gran Crónica de Alfonso XI. Tomo II.
Edición de Diego Catalán. Seminario Menéndez Pidal. Madrid 1977, pp. 443 y 449 : “El Erena” , “el Arena”,
“Llerena” y “Llerena”
[8]
Cf, el interesante trabajo de SARACHO
VILLALOBOS, José Tomás. “El nombre de Llerena” en Actas de la II Jornada de
Historia de Llerena. Felipe Lorenzana de la Fuente y Francisco J. Mateos
Ascacíbar (Coord). Junta de Extremadura. Badajoz 2001, p. 72 y 73.
[9] VEAS ARTESEOS, Francisco
de Asís. Colección de Documentos para la
Historia del Reino de Murcia. VI. Documentos del Alfonso XI. REAL ACADEMIA
DE ALFONSO X EL SABIO. C.S.I.C. Murcia,
1998, CCCLXXXVI 1341-11-18. Madrid. p.
438.
[10] CONSEJERÍA DE
FOMENTO, INFRAESTUCTURAS Y ORDENACIÓN DEL TERRITORIO, JUNTA DE ANDALUCÍA. . Cortijos, haciendas y lagares. Provincia de
Sevilla. Hacienda de Lerena [97] Huévar del Aljarafe. Tomo 1, p. 95 (p. 563) en
[11] PÉREZ MACÍAS, Juan Aurelio. “El
asentamiento rural almohade de La Alquería (Hinojos, Huelva)” en VI Encuentro de Arqueología del Suroeste
Peninsular. El Asentamiento Rural Almohade de La Alquería (Hinojos, Huelva), coord. por Javier Jiménez Avila, Macarena Bustamante-Álvarez,y Miriam García Cabezas. Ayuntamiento de
Villafranca de los Barros. Badajoz 2012, p. 7.
[12]
CF. LÓPEZ FERNÁNDEZ, Manuel. “Las tierras de Reina: de kora emiral a dominio santiaguista” en Reina, nº18. Badajoz 2018, p. 17.
[13]
CF. CONEJO DELGADO, Noé. “La presencia de moneda medieval y moderna en la
Alcazaba de Reina (Reina, Badajoz)” en Arqueología y Territorio Medieval 21,
Universidad de Jaén. Jaén 2014, pp. 241-258.
[14]
CF. LÓPEZ FERNÁNDEZ, Manuel. Obra citada, p. 17.
[15] PÉREZ MACÍAS, Juan Aurelio.
Obra citada, p. 7.
[16] Íbidem, p. 8: “cuando se había abandonado el asentamiento
islámico y la repoblación se asienta en las inmediaciones, la nueva fundación
tiene nombres de origen latino y castellano, como Onuius. Estos nombres de
ascendencia latina serían así la consecuencia del abandono del antiguo
asentamiento almohade”.
[19]
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. “Evolución de LL, NN, RR, GEMINDAS. Extensión del
refuerzo” en Enciclopedia Lingüística Hispánica. I. Antecedentes. Onomástica. C.S.I.C. Madrid 1960, p.
XCII.
[20]
Coronica del sancto rey don Fernando tercero de este
nombre…
en https://www.wdl.org/es/item/17844/view/1/1/, p. 93.
[21]
https://ws147.juntadeandalucia.es/obraspublicasyvivienda/publicaciones/01%20ARQUITECTURA%20Y%20VIVIENDA/cortijos_haciendas_y_lagares_en_andalucia/cortijos_haciendas_sevilla/l_electronico/l2/files/assets/basic-html/page95.html
[23]
SÁNCHEZ SALOR, Eustaquio, “Topónimos derivados de nombres de “possessores”
latinos en la provincia de Cáceres” en Estudios
dedicados a Carlos Callejo Serrano. Diputación Provincial de Cáceres.
Cáceres 1979, p. 726.
[24]
Íbidem.
[25] YARZA URQUIOLA, Valeriano. “Notas sobre toponimia de origen romano en
Bizkaia” en Fontes Linguae Vascorum (FLV), 120. Gobierno de Navarra. Navarra
2015, p. 367.
[26]
MENÉNDE PIDAL, Ramón. Toponimia
prerrománica hispana. Gredos. Madrid 1968, p. 135.
[27]
ÍBIDEM.
[28] MENÉNDEZ PIDAL, Ramón.
“Evolución de LL,…” p. XCIV: “Durante la Edad Media, la palatización de L- inicial en el antiguo Reino de
León se documenta - ¡ojo, se documenta!- mucho más abundantemente que
en ninguna otra parte de España incluso Cataluña; la lengua vulgar tuvo en
León consciencia muy temprana de su peculiar personalidad. Los documentos
notariales latinos nos dan frecuentes ejemplos, “lloco predicto” […] Los
documentos notariales en romance de los
siglos XIII y XIV abundan en formas sueltas como llavor, llabrar, llama, ,
llogares,”, etc.
[29]
Ïbidem, p. XC: “En el reino de Toledo, reconquistada en 1086, los mozárabes
conocían la l- inicial, como dicen
algunas cacografías […] llinderos”.
[30]
Íbidem. pp. XCI
y XCII: “la Andalucía musulmana el botánico árabe Aben Joljol “que escribe en Córdoba, el año 982, nos da
el nombre mozárabe de una planta, yengua buba, que es la que Plinio llama
lingua bubula. Otro caso muy notable es el nombre de Lucena (Córdoba), lugar que en los
historiadores árabes no parece con l- sino siempre Yussēna, prueba de que la
palatalidad dominaba en absoluto entre
el pueblo de la Bética cuando la invasión musulmana”.
[31]
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. “Explicación del refuerzo de LL, NN, RR” en Enciclopedia Lingüirtica… p.
CIX
[32]
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. “Colonización suritálica de España” en Enciclopedia Lingüística…, p. LXII: “Los
nombres que aquí hemos destacado nos señalan la patria de los colonizadores de
Hispania allá en la Italia meridional, en la región de los Sabinos, lindante
con el Lacio, de las región de los Samnites que incluye a Laverna, a los
Caracenos, a Benavento, y, sobre todo, a la extensa región de los Oscos […]
Todos estas regiones pertenecen al grupos osco-umbro de las lenguas itálicas,
alguno de cuyos caracteres veremos reproducidos en los dialectos románicos de
España”
[34]
Cf. GARCÍA FITZ, Francisco. “La presencia islámica en el Occidente de
Al-Andalus: El sur de Badajoz en la época emiral ( ss.VIII-X)” en Actas III Jornadas de Historia de Fuente de Cantos . Lucerna Asociación Cultural de Fuente de Cantos. Badajoz 2003, pp. .18 y 19.
[35]
ÁLVAREZ MARTÍNEZ, José María. “El tiempo antiguo” en Historia de Extremadura. Tomo I. La geografía y los tiempos antiguos.
Badajoz 1985, p. 113.
[36]
ANDRÉS ORDAX, Salvador. Monumentos
artísticos de Extremadura. Salamanca 1986, p. 519.
[38]
Cf. ÁLVAREZ MARTÍNEZ, José María. “La ciudad romana…”, p. 17: “ La presencia en
Regina del epitafio de un dispensator
et uernaAugusti llamado Priuatus,
fechado entre fines del siglo II y el III, confirma de modo inequívoco la
presencia de propiedades imperiales en
la zona, posiblemente en relación con las abundantes explotaciones”.
[39]
Cf. CASILLAS ANTÚNEZ, Francisco José. “Los estudios toponomásticos en Extremadura. Estudio de la cuestión” en Toponimia de España. Estado actual y
perspectivas de investigación.María Dolores Gordón Peral (Coord). De Gruyter,
2010, p. 277: “el topónimo Llerena
(Badajoz), quizá asociado a un Larius (luego
se trataría de una [Villa]
Lariana".
[40]
ÁLVAREZ MARTÍNEZ, José María; SAQUETE CHAMIZO, José Carlos; NOGALES BASARRATE,
Trinidad y RODRÍGUEZ MARTÍN, Francisco Germán. “El complejo religioso del Foro
de Regina” en Actas XVIII Congreso Internacional Arqueología Clásica. Vol II.
Museo Nacional de Arte Romano. Badajoz 2014, p. 1639: “Su creación, por los
datos obtenidos hasta ahora, se remonta a la época del emperador Claudio”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario